Estamos siendo testigos de cambios en la economía global. El precio de los commodities a nivel internacional ha roto todos los récords, particularmente los alimentos, y afortunadamente también, el cobre.
Como hemos analizado en entradas anteriores, la inflación en torno al 5% que se espera para este año 2011 tiene un gran factor externo, ajeno a nuestra capacidad de control, en parte por la gran impresión de dólares por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, y por un aumento en el crecimiento de la gran potencia mundial, China, que está demandando gran cantidad de productos desde los países productores, aumentando la demanda y manteniéndose la oferta en Chile, lo que lleva a un aumento en los precios. En otros países como Venezuela, donde la oferta también va disminuyendo en un contexto de economía cerrada, no ocurre el mismo fenómeno.
Todos estos aumentos en los precios que parecieran afectar al ciudadano de a pie, hacen pensar en que los países más afectados serán los más pobres con el aumento en el precio de los alimentos. Craso error. Ese destino sólo ocurrirá para la población de los países desarrollados, con escasa exportación de commodities, como los países europeos y los EEUU, proponiendo una interesante oportunidad de desarrollo para nuestros países emergentes.
Con el precio del cobre bordeando los cuatro dólares y medio, tenemos un Estado millonario, capaz de entregar un "Bono Marzo" todos los meses con lo que prácticamente (Según el economista Franco Parisi) no deberían haber pobres en Chile.
Esto puede ser peligroso en manos de políticos populistas, que sin duda demandarán mayor gasto social, lo cual puede ser muy positivo, pero siempre y cuando, se pongan los incentivos orientados en medidas correctas, como en la dismución de impuestos para alivianar la inflación, incentivos para la tecnología y la entrega de bonos vouchers para entregar servicios de calidad a la población, como la salud, entre otros.
Como todos sabemos, la principal herramienta para acabar con la pobreza es la educación, pero no podemos sólo destinar los recursos directamente a los servicios básicos, ya que tenemos en nuestro país un porcentaje importante de personas que no son capaces de aprovechar estas oportunidades, por una mala educación en el pasado y que ha hecho irreversible su pérdida en la capacidad de generar dinero. Por lo tanto, si queremos derrotar la pobreza, se deben aplicar subsidios directos que ayuden a los quintiles más pobres ha participar de nuestra economía, y también de herramientas que permitan derrotar esta dependencia estatal, como la educación.
En fin, de nosotros depende aprovechar esta crisis y salir con nuestro sector primario fortalecido, o sufrir del aumento en los precios, como el transantiago, y disminuir aún más nuestra calidad de vida.