sábado, 3 de diciembre de 2011

La verdadera conciencia social

Me encanta la Teletón. Es la muestra de que los chilenos, a pesar de ser el país más heterogéneo que conozco, es capaz de unirse bajo una noble causa, la de ayudar a los niños discapacitados del país. Aquí relucen nuestros sentimientos más profundos de solidaridad, unidad, compasión y amor.
Pero no faltan sus críticos, los mismos de siempre, que vociferan que el Estado debiese cobrarnos más impuestos para atender a las necesidades de los discapacitados. Esto no ocurre en ninguna parte del mundo, pero en pedir no hay engaño.
Es que es fácil hacer beneficencia con el dinero que no nos pertenece, me explico.
El Estado nos violenta mes a mes con el cobro de impuestos. Aproximadamente Ud. lector, paga un 20% de su sueldo por concepto de IVA, otro 20% en impuestos a la renta (Considerando que no se dedica a un sector económico con más impuestos) y al menos otro 10% en permisos, licencias, patentes, etc. Vale decir, de los 22 días hábiles del mes, Ud. trabaja 11 para la máquina burocrática. Con ese dinero, los políticos se dedican a hacer beneficencia, no en nombre suyo señor lector, sino de ellos, de sus intereses partidistas, es lo más violento que existe.
Por último, existe una diferencia de conceptos importante. Para mi el ayudar a otros, la solidaridad, corresponde a un acto de amor, para el que se necesita sensibilizarnos año a año para de esa manera, hacernos mejores personas. Si se constituye en una obligación, se pierde el sentido de ayudar, que es reconocer nuestras debilidades, y ponernos en el caso del otro. Esa es la verdadera conciencia social, aquella que se manifiesta cuando nos ponemos en el lugar del otro. No aquella donde repartimos la pobreza, sino donde repartimos nuestras debilidades.